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La Instalación

El último reto para concluir la obra consistió en su transporte e instalación en el fondo del mar. Había que mover por tierra dos grupos de celosías, uno de 9 y otro de 6 toneladas, hasta el Puerto de Pichilingue, el más cercano a la isla Espíritu Santo, y, de ahí, llevarlas por agua hasta su destino final.

Después de algunos experimentos se llegó a la conclusión de que era necesario transportarlas en una gran barcaza con capacidad de resistir, por un lado, una grúa de 10 toneladas, con la que se bajarían las piezas al fondo de la bahía de Candelero y, por el otro, las celosías. Aunque no fue una tarea fácil, se consiguió la embarcación que cumplía con las características requeridas.

A la par, la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental, trabajó en la logística, ya que era indispensable observar una gran cantidad de detalles que abarcaban, desde la preparación del fondo marino donde quedaría colocada la obra, hasta los permisos de la Capitanía y de la terminal del Puerto de Altura Pichilingue.

Todo se planeó con gran precisión. Desde unos días antes, un equipo de buzos profesionales bajó al sitio elegido para la instalación, con la finalidad de tomar medidas, definir distancias y verificar la ubicación.

La noche anterior al 3 de septiembre de 2010, se cargaron la grúa y las piezas en la barcaza, para poder iniciar el trabajo a las cinco de la mañana y, así, evitar interferir con el ferry que sale y llega todos los días, rumbo a y procedente de Mazatlán.

El transporte de Pichilingue a la Bahía de Candelero se realizó en un solo viaje, en el cual intervinieron: un destacamento humano de la Secretaría de Marina – Armada de México, el cual prestó un apoyo importante; el equipo de buzos, los representantes de las fundaciones promotoras del proyecto, la artista, el grupo de asesores científicos y técnicos, los constructores de las celosías y los operadores de la barcaza, de la grúa y de un remolcador.

La embarcación llegó hasta las inmediaciones de la Bahía de Candelero, para prevenir cualquier posible deterioro del lugar y se hizo el hundimiento de las piezas.

Durante la semana siguiente, el grupo de buzos instaló unas grandes bolsas de aire en cada uno de los módulos, para poder desplazarlos hasta el lugar donde, después de una semana, las Estancias Sumergidas quedaron instaladas.

Dos meses después, cuando el 29 de octubre se inauguró formalmente la obra, se constató que algunos peces ya se habían apropiado de las estancias y que las algas empezaban a cubrir las celosías. Así, la conmemoración del rescate de la isla Espíritu Santo se celebró con la generación de vida marina.